Gracias Soda, por este inolvidable concierto.
Gracias Soda, porque cuando salieron al escenario se nos olvidaron las 8 o más horas que estuvimos esperando el inicio de show. Gracias porque en ese instante ni el hambre, ni el cansancio, ni la sed hicieron que dejáramos de vibrar con cada tema. Gracias porque –hay que reconocerlo –, somos un público difícil, y a pesar de eso, nos metiste a tus bolsillos.
Gracias porque cada vibración de las bocinas se fundían con los latidos de nuestros corazones. Gracias porque en ese momento no existía nada más que un escenario que disparaba signos, juegos de seducción, músicas ligeras… Gracias porque creaste una fusión de cuerpos, de voces, de delirios.
El juego de luces creaba una atmósfera telekinética capaz de hacernos bailar y saltar en casi levitación frenética.
Los temas clásicos como Juego de Seducción, Signos, Persiana americana, Vitaminas, De música ligera, Pic nic, En la ciudad de la furia, Cuando pase el temblor, y otros eran multitudinariamente coreadas por las 40 mil almas de esta noche.
Aunque la noche no era estrellada, todo estaba claro. La luminiscencia de la música iluminaban los cuatro polos.
Pasará mucho tiempo en que los veremos volver. Pero al irse se llevaron parte de nuestros corazones. Pero también nos quedamos con su magia.
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